Magia por siempre

Por Roddy Romo Seguí

El fútbol avileño está de luto. La muerte el miércoles 13 de octubre de José Raúl López López (Fonini), tras varios días hospitalizado en la sala de terapia intensiva del Hospital Roberto Rodríguez, de Morón, ha dejado un vacío inmenso en los corazones de la familia futbolística de la Tierra de la Piña.

Nacido el 12 de noviembre de 1968, en la Ciudad del Gallo, López López destacó desde las categorías inferiores por su excelente dominio técnico y una envidiable visión para ver en poco espacio la salida perfecta a la hora de encarar el arco rival.

Desde los pasillos de la Escuela de Iniciación Deportiva (EIDE) en predios moronenses, la silueta de un muchacho alto y delgado, que se dedicaba a hacer jugarretas con pequeños pedazos de lápiz o alguna piedrecita, marcaba un futuro prometedor.

Con el tiempo, le sería adjudicado el calificativo de “Mago”, gracias a la maestría con la cual era capaz de desenredar los problemas sobre el campo, ayudado siempre por la manera en que lograba conectar el balón a su cuerpo.

Para principios de la década del ´90 en el pasado siglo, con una abultada melena que hacía recordar al ídolo colombiano de la época Carlos el Pibe Valderrama, Ciego de Ávila vivió la magia de Fonini con la consecución del título liguero en 1993.

Dos años después, sufriría en carne propia la frustración de la pérdida de la supremacía nacional ante Pinar del Río, en un abarrotado estadio José Ramón Cepero, de la capital piñera. El llanto por el orgullo y el dolor tocaron muy hondo su alma aquel 16 de diciembre de 1995.

Sus grandes actuaciones le valieron para ser llamado a las concentraciones del plantel cubano, en un momento en el que renacían las esperanzas de la Mayor de las Antillas de retornar a la élite del área, con el inicio de las eliminatorias rumbo a la Copa del Mundo Francia 1998.

Sin embargo, el técnico italiano Giovanni Campari no supo admirar su “don” y la decepción, como a muchos futbolistas de ese entonces, terminó por forzar la decisión de dejar la práctica del fútbol.

Tras un año fuera, Fonini regresó a las canchas de la mano del entrenador Modesto Broche para disputar la Supercopa de Campeones de 1997. Su perfil había cambiado, no llevaba melena, pero su encanto futbolístico seguía intacto y muestra de ello fue levantar el preciado trofeo.

Malogrado por problemas físicos que arrastraba desde niño, la figura del Mago volvió a desaparecer  de los terrenos de juego. No obstante, en 2004, con 35 años, retornó en la II Olimpiada del Deporte Cubano, motivado por la ilusión de poder saltar a la grama al lado de su hijo Yasmani.

El 23 de abril de 2004, en el Complejo Deportivo Sergio Alonso Grandal, de Morón, por vez primera en la historia del balompié cubano un jugador y su predecesor compartieron juntos en un mismo partido, en este caso para vestir la camiseta de Ciego de Ávila ante Centrales.

Se ha marchado el “Mago”, pero no así su magia. En las almas de quienes le quisieron y admiraron queda la imagen de futbolista y persona sencilla, consagrado a la familia y el deporte. El recuerdo de una verdadera estrella, que permanecerá por siempre en el corazón del fútbol avileño.

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